En mi balcón había una red de seguridad para
los niños que allí habitaban.
Ésta, además de proteger a las criaturas de una inminente caída al
vacío, era el condimento que le faltaba a mi vida para terminar de decorar mi humor
carcelario. Era imposible no sentirse un poco enjaulado al mirar hacia afuera y
descubrir una pared de rombos tejida con cuerditas entrelazadas. Vivía en la
red de un pescador día tras día, así era mi vida. Llegué a soñar con Nemo y su
aleta defectuosa, me vi en la misma situación que él; luchando con la red para
salvarme de la ineludible pesca, solo que en vez de nadar hacia abajo opté por
tomar un par de tijeras y liberarme de esa cápsula foucaultiana.
Días más tarde, y en un acto de impulsividad,
corté otro tipo de red: las sociales. Acto seguido, mi obsesión por el
perfeccionismo me llevó a chequear el haberlo hecho bien. Busco mi nombre en
Google ¿Qué descubro? Grata sorpresa, mi perfil ya no existe. Ah, y también me
entero que el 12 de abril había ganado un par de jeans de TNS… irónico, ¿no?
Quise reclamarlos pero para eso tenía que reactivar la cuenta, ponerme en
contacto con la marca, etc, etc, etc. En fin, había que volver atrás y borrar
con el codo todo el proceso de des-alineación. Citando al gran Pizard “mi vida es un sitcom”.
Mi bloqueo es público y notorio, ¿cuánto tiempo
pasé sin ganas de escribir? ¿Cuánto hace que no tipeo en modus vómitus las cosas que se me pasan por la cabeza? Todo bien Twitter,
pero te llevabas en cuotas mi verbo-vómito. Lo canalizaba todo por ahí, estaba
enferma, estoy enferma.
[Hola Me llamo Mercedes y soy era adicta a las
redes sociales]
Decidí por un tiempo (indeterminado) dejar
de usar el máximo número posible de redes sociales. Borré de mi teléfono las
aplicaciones de Facebook, Twitter, Foursquare, etc. Me limitaré solo al uso
ocasional de Instagram, donde las imágenes hablan por si solas –o al menos con
un caption básico.
Los resultados fueron inmediatos, apenas
terminé de eyectarme de Facebook con un comunicado sentí la urgente necesidad
de desoxidar mis dedos y tipear.
Raro, ¿no? Una Blogger que no usa redes
sociales… Déjenme decirles algo, no creo que las redes sociales sean un gran
aporte a la sociedad. Nos alienan. En la mayoría de los casos veo
personalidades moldeadas e inventadas para ser expuestas cual maniquí de escaparate
en la 5th ave, a la espera de que la gente que por allí camina diga “que
linda/o”, “me gusta esta marca”, “prefiero esta música”, “quiero ser como
ella/el”, “quiero acostarme con el/ella”, “quiero su pelo”, “quiero su bigote”,
“quiero su barba”, “quiero sus jeans”, “quiero su flequillo”, y así
sucesivamente. Veo a Facebook como un Shopping donde hay muchas vidrieras y la
gente se muestra, muestra su vida acartonada, almidonada y plastificada; lo
mucho que hacen, lo poco que saben, lo mucho que quieren sobresalir viviendo
una vida de fantasía en una pecera. Es un gran lugar para ir de shopping si estás
en busca de una personalidad y, eventualmente, tirarte uno/a o dos por semana.
Somos parte del sistema porque consumimos
pero a la vez producimos, estamos inmersos en una cadena sinfín. Me gustaría ver más activismo, me gustaría
ver más acción. ¿Por qué no un Occupy WallStreet o un Primavera Árabe? Lo
más radical que vi fue la movilización por la Chuponeada Masiva.
Sí, hay una ruptura de lo cuadrado, nos
volvimos hiperindividualistas, pero, no nos olvidemos que la pose social
también encasilla y crea grupos, más pequeños, pero grupos al fin y estos
funcionarán como tales; aceptando miembros iguales o de su misma alcurnia.
Mer
Mer