Montevideo, Puertito del buceo, 14:30
horas. Con un poco de miedo me dispuse a bajar a Annie a la playa del
puertito. Montevideo en esta época del año parece ser un set de película del
far west y no me refiero al asentamiento mormón de Misuri sino al de las bolas
de estambre rodando y cowboys que -en este caso- en lugar de caballos ensillan
motos yumbo con expansores y radio am/fm incorporada.
Al son mental de “niño que baila le va a robar…”
mis temores se efectivizaron: se me acercan 3 adolescentes enfundados con un
tramontina a pedirme dinero y el celular que me sobra*. Gracias a mi acto de
luminosidad previa salí campante de la situación dado que lo único que
llevaba conmigo eran mis melissas descoloridas en las patas, las llaves de casa y
una bolsa plástica de supermercado para los deshechos del perro.
*[NN (empuñando un tramontana de sierrita): La
plata? / M (vaciándome los bolsillos): No tengo nada de valor, ni monedas ni
billetes. / NN: un celular que te sobre? / M: Mirá! (le muestro la bolsa de
plástico) Ni siquiera traigo el mío!]
Lo ocurrido sucedió en la plaza Armenia, a pleno
sol y a plena vista de las personas que estaban almorzando –tardíamente- en el
restorán allí ubicado. Si me piden una descripción de las caras no las
recuerdo, pensé en enviar un tweet a @chorros_uy contando lo sucedido, pero,
que iba a decir? “Tres chicos de gorrito Nike/Adidas con camperas
haciendo juego y zapatillas a tono me trataron de asaltar con un tramontina”?
Primero: me iba a sentir la más boluda del condado, y, segundo: mi descripción
se adecuaba a la mayoría de la población juvenil montevideana que se junta en
mi barrio los domingos a la tarde, no me parecía justo.
Una vez ya en la playa y con las patas
enterradas en algo parecido al fango (hipotético en mi cabeza gracias a
los cuentos de selva), noto que se me acerca un individuo: El Eric. Con solo 5
años (recién cumplidos) tiene las iniciales P.A tatuadas en la cara externa del
antebrazo en honor a la mamá.
E: Qué le tirás pa' que juegue en la agua?
M: Piedras, pelotas, botellas. Lo que tenga a
mano en el momento.
E: Cómo se llama?
M: Annie.
E: Sabe nadar?
M: No lo se, le tiene miedo a las olas (a las
grandes y a las chiquitas) nunca entró hasta donde no da pié.
E: Y a los barcos les tiene miedo?
M: No te sabría decir nunca se subió en uno. Vos
les tenés miedo a los barcos?
E: NAAAAAAAAAAAAA! YO NO LE TENGO MIEDO A NADA,
SOY GRANDE YO!
M: Sos re valiente! Cómo te llamás?
E: Aquel que tá allá (señalando al niño que
estaba acompañandolo) ehj el Yoni y yo el Eri.
M: Y eso que tenés en el Brazo, es un tatuaje de
verdad? Quién te lo hizo?
E: Es de verdad, es mi madre, Patricia Arrúa. Me
lo hizo mi padre.
M:Y no te dolió?
E: NAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! A MI NO ME DUELE NADA!
SOY GRANDE YO!
M: Y te lo hizo con máquina?
E: Si, con una máquina que compró en la cárcel,
pero ahora se la vendió al Matiah.
M: Mira que bien!
E: Lo conocé vo’ al Matia?
M: No, no, para nada.
El joven Eric y Annie jugaron a la orilla del
agua revolcándose en la arena con textura de fango hasta que se aburrieron
mutuamente.
Lo gracioso e irónico de todo (o no) es que ayer
viajé a un balneario en la costa este a hacer fotos familiares para el hermano de un
amigo. Mientras tomaba las fotos sentí algo húmedo y frío en mi tobillo. Lo
primero que se cruzó por mi cabeza fue: ALERTA! Tenés una babosa trepando por el pié!, pero no, resultó
ser que una de las niñas estaba mojando mi tatuaje con su dedito frío
y arrugado -producto de haber estado chapoteando toda la tarde en una
piscina inflable- de manera hipnótica, con actitud perseverante, ultra esforzada en borrarlo, todo su empeño estaba puesto ahí, en sacar esa mancha de mi tobillo.
Las realidades paralelas existirán siempre y no necesariamente porque existan hipótesis físicas como la de Everett. De todos modos, siempre es bueno conocer las dos -o más- caras de la realidad.
Mer
[Me hubiese encantado sacarle una foto al nuevo
amigo de Annie, El Eri, pero ya sabemos que hubiese pasado si hubiese llevado la cámara
conmigo ese día].
Me encanta como está contado, especialmente la descripción del vestuario de los asaltantes. Me han pasado cosas parecidas y también he tenido previsiones sobre que llevar, a dónde y cuándo. Esperemos las cámaras digitales de 5 pesos que se acaben cuando se termina la batería.
ResponderEliminarQué hermosa ciudad y barrio el nuestro!! Decir que últimamente no puedo llevar a Tina a caminar más lejos que la vuelta de la cuadra porque está renguita, sino se los come crudos, pero mismo!!!!
ResponderEliminarMuy bueno el relato! Aunque en el momento no debe haber sido tan grato!!
Besotes Mer!
el propio post! loved it!
ResponderEliminargerardofenix
en Piriápolis esta sheno de PlanChetos con ese look y es imposible no asociarlos con los PlanChorros... La diferencia a la distancia no se ve, al verlos el pulso se prepara para acelerarse y la adrenalina para dispararse, pero al acercarse se nota que son adolescentes que quieren se rebeldes y hoy ser rebelde para ellos es ser Plancha, que nos deparará el futuro... Gracias a dios la moda es un ciclo y ya el look Beverley Hills 90210 es furor en otros continentes. Por estos lares apenas es una tendencia que espero se ponga de moda, pero desgraciadamente le veo poco futuro en el mainstream, al menos en Uruguay, aunque un poco de esperanza tengo si recuerdo los '90 ese look se venía en cientos de adolescentes!
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